La otra mirada

05 diciembre 2005

“Creo que una vez soñé...”

Este fue otro de los relatos que envié al "Santiago en 100 palabras":

“Creo que una vez soñé...”

Creo que una vez soñé algo parecido... una mañana como cualquiera, salvo porque el mundo parece inmóvil. Las micros dejan de correr y los autos se detienen... las personas olvidan los motivos que los movilizan apresurados a destinos que quisieran evitar y modifican los caminos que los acercan a la misma rutina diaria.

Si, una vez soñé algo parecido... la diferencia es que ahora, tendido sobre el frío pavimento veo como la gente me rodea mientras me giran levemente hasta quedar de espaldas. Siento la sangre que escapa de mi cuerpo y comprendo que jamás despertaré de este sueño.

1 Comentarios:

At 12:27 a. m., Blogger Matias Aguilar said...

Este cuento para el concurso lo reduje a 100 palabras, pero era basado en una historia algo más larga, la cual algunos meses después traté de retomar, pero al final la dejé inconclusa y terminé escribiéndo una especie de reflexión de porqué no la terminaba.

Aquí va la versión "extendida":

... una mañana como cualquiera, salvo porque el mundo parece inmóvil. Las micros dejan de correr y los autos se detienen... las personas olvidan los motivos que los movilizan apresurados a destinos que quisieran evitar y modifican los caminos que los acercan a la misma rutina diaria

Y el ruido ha cesado... por un instante me he convertido en el centro de este desordenado universo. Todo parece tener un propósito, todos los movimientos, todas las miradas... todas las cosas parecen tener un sentido, al menos todas las que percibo.... Me he convertido en el centro, pero sin embargo veo como las cosas se escapan, como las sensaciones se diluyen y fluyen nuevamente.
Uno, dos, tres... y las líneas del mundo convergen en colores y formas que siempre han estado ahí, pero ahora se ven diferentes, como la primera vez... o tal vez como la última.

Toman mi mano y la reconozco a ella. El resto se aleja, parece que las cosas giraran a mi alrededor, volviéndose piezas del paisaje, partes que rehuyen mi mirada conscientes de su insignificancia que se refugian en su vertiginoso y estático anonimato. La siento junto a mi, envolviéndome en sus brazos


La historia se encuentra ahí, en fragmentos claro, pero está ahí, las frases, los colores, las sensaciones. Tal vez exagero, tal vez no es una historia, es un simple relato, es un relato básico, un relato simple como el que han puesto en el papel miles de veces escritores y no escritores con y sin talento. El talento da lo mismo, cualquiera puede escribir algo. Al fin y al cabo todos somos espectadores de la vida y lo que llevamos con nosotros son las letras de nuestra historia en un gran trozo de papel que nadie entiende, ni siquiera nosotros, pero que sin embargo está presente en todo lo que hacemos. Nuestra vida es la interpretación de un relato, un relato que aunque sin entenderlo mucho hemos sido nosotros mismos los escritores. Este relato está ahí, pero no puedo escribirlo, no puedo superar ese nudo en la garganta que me provoca juntar las piezas de ese rompecabezas.

(Septiembre de 2003)

 

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